28 de enero de 2015

Recuerdos de tiempos pasados



Hoy y dado que estoy en Lleida y no puedo dar noticias ni fotos del pueblo os pondré un escrito sobre mis vivencias.

Este mes ha hecho cuarenta y un años  que fui por primera vez a Lagunaseca. Tengo tan gratos recuerdos de aquel viaje, por cierto era mi viaje de bodas.


Aquí el día que nos casamos con los familiares mas íntimos.


Después de pasar por Zaragoza, Teruel y Cuenca, fuimos al pueblo para conocer a la familia y ver por primera vez la tierra donde nació mi marido.


Llegamos, justo a la matanza del “gorrino” en casa de mis cuñados Paco y Gonzala, para mi fueron unos días inolvidables, yo una chica de capital.

Pronto empecé a valorar la vida de los pequeños pueblos de montaña. 

En tiempos de frío lo dura que resultaban las tareas cotidianas, sobre todo de las mujeres, acarrear el agua, lavar en aquellos lavaderos con el agua helada atender los animales de corral, criar unos hijos, atender al marido, padres de edad avanzada…….. Y todo sin ninguna comodidad de las que tenemos ahora, que se estropea un electrodoméstico, nos ponemos de los nervios, no digamos si cortan el servicio de agua o de luz.



Eso sí, lo que peor llevaba en mis visitas a Lagunaseca, era la falta de  un simple wáter, lo que se reían de mí cuando tenía que hacer mis necesidades fisiológicas, que engorro, ellos estaban acostumbrados a salir por las orillas, menos mal que mi querida Gonzala me acompañaba a la cuadra, yo tenía miedo de él mulo y los perros.

Qué bien se lo pasaron riéndose de mí y tomándome el pelo, con sus bromas, pero al mismo tiempo desde el primer momento me di cuenta que había ganado una larga y gran familia.

Llegamos a la matanza como he dicho,  se ayudaban todos y los días que duraba,  trabajaban codo con codo

Querían ver mi reacción, y me dijeron, venga muchacha vete con ellas a lavar las tripas a la fuente, ufff, pensé, que frío pero no me achique y allí que fui. Lo de hacer chorizos y morcillas, eso me gusto mucho y entre bromas lo pasamos bien.

Después a la hora de comer también estaban pendientes de mí, yo había dicho que nunca había comido todos en la misma sartén, pero lo encontré todo muy bueno, las gachas de harina de almortas son mi debilidad y comí muchísimo, ante su asombro, claro, no sabían ellos que soy un todo terreno y me adapto enseguida a las costumbres de allí donde voy.

Recuerdo que para llamar por teléfono había que ir a casa de Antonio y Leonor, ellos tenían tienda y bar, y allí se juntaban los hombres para hacer la partida de cartas.

Cuanta gente de entonces falta, y cuanta gente nueva ha ido viniendo, pero solo de vacaciones.

Desde aquí en este año que empieza quiero recordar a todas esas personas tan queridas que poco a poco nos han ido dejando.

También quiero desear a todos los que aun estamos, que este año sea bueno y podamos vernos .





1 comentario:

teresa dijo...

que bonito Josefina todo lo que escribes

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